"Mi padre le hizo una oferta que no pudo rehusar. Luca Brasi le apuntó a la cabeza y mi padre le dijo que podía elegir entre sus sesos o su firma al pie del contrato".
"Era un muchacho con el que crecí. Era más joven que yo. Me admirada, digamos. Hicimos nuestro primer trabajo juntos, trabajamos la calle. Las cosa iban bien, durante la prohibición. Metimos alcohol durante la ley seca en Canadá -hicimos una fortuna-, con tu padre también. Como cualquier otro, lo amaba, confiaba en él. Más tarde tuvo un idea, construir una ciudad a partir de una parada en el desierto. El nombre del muchacho era Moe Greene, la ciudad que inventó fue Las Vegas. Este era un gran hombre, un hombre de visión y agallas. Y no hay siquiera una placa o un cartel que lo recuerde. Alguien le puso una bala en la cabeza -cuando lo escuché, no me enojé-. Conocía a Moe, sabía que era cabezota. Hablaba fuerte, decía estupideces. Así que cuando apareció muerto, lo dejé pasar. Y me dije, este es el negocio que elegimos. No pregunté quien dio la orden, ¡porque no tenía nada que ver con los negocios!..."