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martes, 2 de octubre de 2012

Margen de error

No sé qué decir en realidad. Tres minutos, para la mayor batalla de nuestras vidas profesionales. Todo se reduce a hoy. O, nos curamos, como equipo, o nos desmoronamos. Jugada a jugada, pulgada a pulgada hasta el final.

Ahora estamos en el infierno caballeros. Creedme, y, o nos quedamos aquí, dejándonos machacar o luchamos por volver a la luz. Podemos salir del infierno. Pulgada a pulgada. Yo no puedo hacerlo por vosotros, soy muy viejo. Miro alrededor y veo esas jóvenes caras y pienso… Pienso… He cometido todos los errores que un hombre de mediana edad puede cometer.

He despilfarrado todo mi dinero, podéis creerlo. He echado de mi vida a todo el que me ha amado y últimamente ni siquiera soporto la cara que veo en el espejo.

Mirad, cuando te haces mayor en la vida, hay cosas que se van. Vamos, eso… eso es parte de la vida.


Pero sólo aprendes eso cuando empiezas a perder esas cosas. Descubres que la vida es cuestión de pulgadas. Así es el fútbol, porque, en cada juego, la vida o el fútbol, el margen de error es muy pequeño: medio segundo más lento o más rápido y no llegas a pasarla. Medio segundo más lento o mas rápido y no llegas a cogerla.

Las pulgadas que necesitamos están a nuestro alrededor. Están en cada momento del juego, en cada minuto, en cada segundo. En este equipo luchamos por este terreno. En este equipo nos dejamos nosotros y cada uno de los demás por esa pulgada que se gana. Porque cuando sumamos una tras otra, porque sabemos que si sumamos esas pulgadas, eso es lo que va a marcar la puta diferencia entre ganar o perder, entre vivir o morir.

Os diré una cosa, en cada lucha, aquel que va a muerte, es el que gana ese terreno.  Y sé que si queda vida en mí, es porque aun quiero luchar, y morir por esa pulgada.

Porque vivir, consiste en eso. Las seis pulgadas frente a vuestras caras. Yo no puedo convenceros de que lo hagáis, tenéis que mirar al que tenéis a vuestro lado, miradle a los ojos. Creo que vais a ver a un tío dispuesto a ganarla con vosotros, vais a ver a un tío que se sacrificara por este equipo. Porque sabe que cuando llegue la ocasión, vosotros haréis lo mismo que él.

Eso es un equipo caballeros y o nos curamos ahora como equipo, o moriremos como individuos.

Al Pacino
Un domingo cualquiera